Dos años después, en 1894, la activista por los derechos de la mujer Nettie Honeyball impulso la creación de un club, el British Ladies Football Club, como símbolo de la lucha contra la exclusión femenina de un deporte visto hasta entonces como solo de hombres.
Mujeres jugando al fútbol con falda |
Desde las islas británicas, el fútbol femenino fue extendiéndose por el mundo, primero de la mano de la emigración y luego gracias al fútbol masculino, que contribuyó a popularizar en todo el mundo este deporte.
En 1970 tuvo lugar un torneo internacional, un Mundial no oficial, disputado en Italia y con Dinamarca como campeona.
México acogió en 1971 otra competición similar, ganada por las jugadoras locales, pero el torneo no tuvo luego continuidad. El impulso del brasileño Joao Havelange, entonces presidente de la FIFA, fue determinante para que en 1991 se instaurara el Mundial, ya oficial, celebrado cada 4 años y en China como primera sede. Desde entonces se han disputado seis Copas del Mundo, con Alemania y Estados Unidos en cabeza del palmares, con dos títulos cada uno, y Noruega y Japón con una.
La tendencia a la profesionalización fue impulsada por la creación de importantes campeonatos nacionales en países como Estados Unidos, Japón, Suecia o Alemania, y la irrupción de estrellas como la estadounidense Mia Hamm, la china Sun Wen, la alemana Birgit Prinz o la brasileña Marta. Esta última ha sido ganadora del galardón cinco años consecutivos (2006, 2007, 2008, 2009, y 2010).
El Comité Olímpico Internacional incluyó el fútbol femenino en su programa en los Juegos de Atlanta-1996 y la FIFA instauró un premio, equivalente al masculino del FIFA World Player desde 1991.
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